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Sebastián Henríquez Farías

Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)

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Grave explotación de pompón y turberas en Chiloé          Encuentro nacional de defensa territorial / Chiloé
Territorio en Movimiento
Entrevistas y Audios

 

Sebastián Henríquez Farías

Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)

Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Concepción (UDEC)

 

 

Uno de los grandes peligros de conmemorar es precisamente ese, conmemorar.  Es hacer de las luchas algo estático, o peor aún, algo del pasado, mediato o inmediato, que evaluamos y re-evaluamos para intentar replicar, pero que a la hora de tener que levantarnos y luchar nuevamente hace surgir comparaciones odiosas, ansiedades innecesarias por repetir aquello que fue exitoso y un largo camino de desgaste que nos lleva a querer dejar la historia atrás y empezar a aprender como si todo fuera nuevo, una y otra vez, separando las coyunturas y pensando que aquello que pasó hace un año no tiene nada que ver con lo que pasa hoy.

 

Recordar y aprender es útil y necesario, es cierto, pero también lo es analizar y comprender que el mundo en el que estamos insertos es más complejo y dinámico de lo que nuestras “tranquilas” vidas quisieran. Los conflictos se suceden unos tras otros sin que siquiera apenas sepamos hasta que nos instalan frente a la casa una carretera, una fábrica salmonera, o nos construyen un parque eólico sobre la colina de en frente, o echan a nuestras familias de sus tierras o bien éstas tienen que irse por falta de agua o recursos en el campo hacia la periferia de alguna ciudad, ¿Tendrá esto relación con la contaminación del mar y la marea roja del año pasado? Pues, lo más seguro es que sí ¿Tendrá algo que ver con el comercio internacional y el precio del dólar? Posiblemente también.

 

Pero, y es un gran pero, estamos tan bombardeados de información a través de los medios y las redes sociales que en menos de cinco minutos podemos pasar fácilmente desde los mejores memes de Ossandón, a las diez recetas de cocina imperdibles para el invierno, hasta terminar leyendo sobre la Mujer Maravilla y la vida de la actriz que la encarna. Tal vez, por ahí, perdido en algún lado, hallaremos algo sobre Chiloé, una nota con una foto de mar y palafitos seguramente, y un texto, más o menos escueto (como éste), sobre un tema (o varios) que pueda afectar el trabajo de las familias chilotas o su salud, o su educación, por dar ejemplos.

 

¿Qué hacemos ante esto? Es decir, ¿Cómo podemos filtrar y enhebrar un relato coherente sobre nuestra realidad y, más importante aún, organizarnos para resistir a ella? Pues lo primero sería posicionarnos, reconocernos, entender nuestra vida en un territorio determinado, y a partir de ello re-construir un relato sobre nuestro territorio, sobre nuestras vidas, que nos ubique en el mundo y nos defina a quienes vivimos en él como personas capaces de transformarlo, según nuestras visiones y pasiones, según nuestras experiencias y vivencias, y no según las de un empresario o un burócrata del Estado, que ni vive ni se preocupa más que de su dinero o su pequeño pedazo de poder.

 

El mundo, sin embargo, se mueve así, bajo la lógica de los poderosos, de sus empresas, de sus negocios. En ese contexto, la reciente elección de Donald Trump y la vuelta del conservadurismo más rancio a las altas esferas del gobierno de Estados Unidos han hecho prender las alarmas de un sistema neoliberal que estaba muy tranquilo sobre el trono que le había brindado la globalización[1]. Más allá de los efectos inmediatos (tensión por eventual conflicto armado a escala mundial, abandono de acuerdos para prevenir el cambio climático, etc.), las nuevas políticas económicas (enfocadas en un proteccionismo nacionalista a ultranza) ponen en entredicho a los países que dependen del consumo y la inversión de EEUU para generar sus riquezas.

 

En esa situación está Chile[2], quien no ha dudado en poner hartas de sus fichas en el supuesto nuevo eje estratégico mundial, liderado esta vez por China. Es así como el Gobierno, liderado por la Presidenta, hace pocos días terminó una muy provechosa gira por Asia, en la que (parece chiste, pero no lo es) ofreció “pinos y salmones” [3] como gran producto intercambiable para fomentar la inversión asiática en nuestro país (sin contar eso sí que ambas industrias han provocado dos de las más grandes catástrofes socio ambientales del último tiempo en el país [4] [5]). De esta forma, a través de convenientes Tratados de Libre Comercio (TLC), el Estado, a través del Gobierno, busca una salida para la eminente falta de demanda e inversión, procurando forjar alianzas que mantengan a Chile como un país primario-exportador, con, además, alto valor geográfico como plataforma para el transporte de mercancías entre Latinoamérica y Asia. Estos acuerdos se suman al ya muy conocido Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP[6]), que ha tomado nuevas fuerzas para la regulación e intercambio de tecnologías y manufacturas, así como la regulación de semillas, tráfico de información y ciencia, especialmente farmacéutica, entre otras materias; y el no tan conocido Acuerdo en Comercio de Servicios (TiSA[7]), que si no fuera por WikiLeaks ni nos enteraríamos sobre las implicancias que traerá en el manejo del capital financiero, la regulación en el mercado de servicios y, especialmente, el internet y las comunicaciones.

 

Este entramado internacional tiene su correlato continental, mediante la participación de nuestro país en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la que a través de su Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN[8]) ha desarrollado la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional (IIRSA), en el que Chiloé forma parte del denominado Eje del Sur[9], que agrupa la zona desde la Región de Los Ríos hasta antes de la zona de las Guaitecas, junto a su equivalente al otro lado de la Cordillera de Los Andes. Esta iniciativa “pública-privada” contempla una inversión de 4.146,6 millones de dólares sólo para esta pequeña parte del Continente, lo que se traduce en 49 proyectos (46 de transporte y 3 de energía) que tendrían por objeto “reducir costos de transporte para ampliar el intercambio de bienes y servicios entre los países y fomentar la complementariedad económica”. Eso sí, de esos 49 proyectos “públicos y privados”, 48 son asumidos por los Estados chileno y argentino, es decir, de público y privado no tiene nada, puesto es el Estado, con nuestros recursos por lo demás, el que desarrollará la infraestructura necesaria (puentes, carreteras, líneas de ferrocarril, aeropuertos, antenas de transmisión, de comunicaciones, etc.) con lo que esperan, por un lado, reducir los costos de los empresarios en el intercambio de sus mercancías a nivel internacional (por ejemplo, las mercancías brasileñas y argentinas ya no tendrían que rodear en buque el continente para llevar sus productos a Asía); y por otro lado, se busca atraer nuevos inversores que desarrollen infraestructura en el continente, especialmente empresas chinas. Entonces, la cosa sería más o menos así: el Estado paga, los empresarios ganan, mientras que los trabajadores y trabajadoras de nuestro país (nosotras, nosotros, nuestras familias) siguen con empleos precarizados, rozando el mínimo[10], sin estabilidad laboral y, más encima, con la expectativa de una pensión de miseria al jubilarse[11].

 

Además, ¿De dónde sacaremos tanto dinero, tanta energía? Pues bien, el Estado es sumamente previsor y, en su “benevolencia”, junto a la del empresariado, ya tienen planificado el territorio por nosotras y nosotros. Y no cualquier planificación, es una que piensa definir de aquí hasta el 2050 (¡!) el futuro de nuestros territorios y nuestras comunidades. El instrumento elegido para ello es Energía 2050, Política Energética de Chile[12], una planificación estratégica en que el Gobierno, a través del Ministerio de Energía liderado por Máximo Pacheco (a la larga futuro jefe de campaña de la fallida aventura del –tan querido por los empresarios- ex Presidente Lagos), estableció en sus bases u Hoja de Ruta[13] los lineamientos estratégicos sobre los cuales sustentar el crecimiento y desarrollo del país, estableciendo como ejes o criterios programáticos, entre otros, el ordenamiento territorial, la planificación urbana, la pobreza, la participación, la equidad y los pueblos indígenas. De esta forma, ante nuestras narices, ya parece está todo preparado de aquí a más de 30 años más.

 

Esa planificación no viene en un futuro lejano, ya está aquí y se está ejecutando a través de las modificaciones legales a la Ley 20.936, que trata sobre un Nuevo Sistema de Transmisión Eléctrica[14], estableciendo, entre otras cosas,  obligaciones para las instituciones públicas correspondientes, que tendrán la misión de desarrollar un Proceso de Planificación Energética de Largo Plazo[15], la que tiene por objetivo “entregar escenarios energéticos que contengan tendencias, comportamientos del consumo y de la oferta que el país podría enfrentar en el futuro.” Estos escenarios energéticos, entonces, definirán el comportamiento del mercado en el mediano y largo plazo, estableciendo posibilidades concretas para la generación y transmisión de energía en los distintos territorios en que se quiera expandir e instalar alguna industria, establecimiento o población, asegurando la oferta ante la siempre creciente demanda y preparando la infraestructura técnica para enfrentar escenarios de desabastecimiento, catástrofes naturales u otros. De esta forma, el Estado asumirá los costos de la definición estratégica sobre la ubicación de futuros proyectos industriales, llevando adelante los estudios correspondientes para ofrecer las localizaciones, capacidades y tecnologías con que el sector privado proyectará sus operaciones, esta vez eso sí, con el conveniente beneplácito del Estado, quien propiciará las facilidades logísticas (mediante la definición de zonas y trazados), administrativas (mediante declaratorias de interés público), jurídicas (facilitando la expropiación de terrenos) y financieras (mediante acceso a subsidios y créditos) para que éstas se lleven a cabo. ¿Y qué harán los empresarios? Llegar, instalarse y obtener utilidades, a costa del medio ambiente y las comunidades, por cierto, y en especial a costa de Chiloé, que, tras todo este proceso, se espera se declare como un Polo de Desarrollo Energético[16], es decir, una zona de sacrificio para la instalación de mega proyectos energéticos e industriales que satisfagan la necesidad de crecimiento del mercado y otorguen posibilidades geográficas favorables para su expansión.

 

Este funcionamiento del Estado, a priori lógico para la debida administración de un territorio, debe vincularse a la realidad que vivimos como chilotas y chilotes, y los sucesivos proyectos a los cuales nos hemos visto enfrentados en el último tiempo. Y de cajón cae un proyecto que recién estamos visualizando en sus consecuencias: el Programa Estratégico Meso Regional Salmón Sustentable Los Lagos[17], que se propone, a iniciativa del Gobierno y los empresarios salmoneros, y  pese a la nefasta crisis provocada durante el 2016, aumentar la producción de salmones de, aproximadamente, 850.000 toneladas a más de 1.200.000 toneladas anuales ¿Qué impactos traerá esto para nuestro archipiélago ya tan golpeado por esta industria?[18] Además, así se explica, por ejemplo, los viajes a Asia para ofrecer productos, la necesidad de más energía para la producción y los jugosos pagos a los empresarios para poder ejecutar estos “programas de desarrollo”. Y no tan sólo eso, este programa abarca no solo nuestra región, sino que el verdadero interés está más al sur, hacia la Patagonia[19], territorio apetecido hace mucho tiempo por su potencial económico forestal, minero y salmonero.

 

Con esto otro proyecto emblemático, el Puente sobre el Canal de Chacao, parece más que justificado, ¿o no? [20]. Y es que a primeras, la conectividad para usuarios particulares no es tan atractiva desde un punto de vista estratégico-económico, pues, salvo la empresa que construye, nadie más gana. Así no funcionan las cosas en este sistema ¿Qué es entonces lo que hay detrás? Desde el año 2008, circula por las oficinas del MOP un Mega proyecto Portuario para Quellón[21], que promete no tan solo conectividad para las personas, sino que es la conclusión de una seria de iniciativas destinadas a desarrollar la infraestructura necesaria para el transporte de mercancías y materias primas desde la Patagonia hacia los centros de poder económico y comercial del país. Así, los costos en transporte y logística para explotar y rentabilizar la Región de Aysén disminuirían considerablemente, toda vez que la Carretera Panamericana ya no terminaría en Pargua, sino que se extendería hasta Quellón, punto final de la nueva “península” de Chiloé y lugar en que desembarcarían personas y bienes para su traslado desde y hacia el sur. Menos horas y costos de transporte, más destrucción para los territorios, más ganancias para los empresarios particulares.

 

De a poco vemos como ese enredo internacional se posiciona y perfora de manera sistemática la tierra en que vivimos y el mar que se trabaja. De la teleserie entre Estados Unidos y China, pasamos a más fábricas salmoneras, nuevos mega puertos y la invasión de una infraestructura de transporte y energética que transforme radicalmente nuestro modo de existencia. Así como la amenaza que se cierne sobre las gentes de las comunidades de la Cordillera de Piuchén[22], que ven como silenciosamente las montañas y cerros que los rodean fueron concesionadas para actividades mineras, actividades que afectarían seriamente su modo de vida al instalarse sobre las reservas de agua dulce de las que dependen para sobrevivir (reservas contenidas en turberas, ecosistemas reservorios de agua dulce[23]) y que, en el largo plazo, modificarían geográficamente el lugar en que viven, alterando los flujos y pendientes, propiciando no tan solo sequías, sino también inundaciones en las zonas que habitan las familias. Situación similar viven las personas de Ancud, que ven como la Playa de Mar Brava está siendo amenazada por la instalación de un mega proyecto eólico, el Parque Eólico Chiloé [24], de la empresa chileno-sueca Ecopower, que trastornará seriamente el ecosistema y provocará profundos cambios ambientales en la zona.

 

Estas problemáticas, que son reales, que ya se pueden ver, no tienen que ver con creer en uno u otro modelo de desarrollo (u oponerse a él), o con uno u otro modelo de Estado. Son las consecuencias nefastas de un sistema político, conocido como neoliberal-extractivista[25], que subordina el trabajo y la vida a la obtención de rentas para unos pocos privilegiados que detentan el poder real en nuestro país y el mundo.

 

Los resultados del modelo en la población son graves. Y mucho. Según el Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO[26]) de la comuna de Quellón, por ejemplo, las cifras de pobreza indigente y no indigente superan el 25%, uno de los índices más altos a nivel regional y nacional. No tan solo eso, “las mujeres de Quellón han experimentado la violencia desde muchos años. Esto debido a la permanencia de factores familiares y sociales que mantienen arraigada esta conducta: hombre proveedor, machismo, alcoholismo, temores, poder de decisión exclusivo del hombre, violencia masculina, etc., lo que se manifiesta en los diversos espacios de la vida de las mujeres, especialmente en el plano intrafamiliar: relaciones de pareja, de padre a hijas, inclusive desde hijos hacia sus madres.[27]” Esto se agrava especialmente  con la existencia de redes de trata de personas, especialmente para la explotación sexual infantil[28], y la violencia que se mantiene constante y sonante en nuestras calles y casas, y que ya el año 2011 alcanzaba niveles preocupantes[29].

 

 

Muestro esto, no con el afán de denostar a mis vecinos y vecinas (aunque sí creo debiésemos denunciar y funar cada uno de estos actos violentos y las personas que los ejecutan), sino que mi objetivo es señalar una muestra del engaño y la ilusión en que vivimos a diario (el alcoholismo y la drogadicción, por ejemplo, muestran cifras preocupantes en todas las comunas del Archipiélago, sobre todo en zonas rurales), y apuntar a que en el pueblo más intervenido de Chiloé por la industria salmonera, ésta ha permitido, con la excusa de un par de lucas más de sueldo, la degradación de la vida de nuestras comunidades y el permanente peligro en que viven las niñas y niños en este entorno ¿Es eso lo que queremos? ¿A eso le llaman desarrollo?

        

No es tan solo una resistencia política el ser crítico con ello, sino que es un ejercicio legítimo de autodefensa de nosotras y nosotros mismos, y de nuestras comunidades y familias, el organizarse y construir alternativas.

 

Revalorar nuestra existencia, posicionar la acción y el pensamiento.

 

Nosotras y nosotros lo merecemos. 

        

 

Notas:

 

[1] Para profundizar sobre el proteccionismo de Donald Trump y los impactos que tendría en la economía mundial: http://economia.elpais.com/economia/2017/01/28/actualidad/1485628215_357220.html

 

[2] Para conocimiento del intercambio de bienes y servicios entre Chile y EEUU: http://www.t13.cl/noticia/negocios/internacional/que-y-cuanto-le-compra-estados-unidos-a-chile

 

[3] Para desarrollar los puntos de los nuevos TLC de Chile con países asiáticos: http://www.emol.com/noticias/Nacional/2017/05/11/857864/Salmones-y-articulos-forestales-Los-productos-que-Chile-busca-venderle-a-260-millones-de-indonesios.html

 

[4] Sobre la responsabilidad de la Industria salmonera y la Marea Roja de 2016: http://www.24horas.cl/nacional/greenpeace-chile-relaciona-vertimiento-de-salmones-con-marea-roja-en-chiloe-2124583

 

[5] Sobre la relación entre Industria Forestal e Incendios forestales de inicios del 2017: http://www.elciudadano.cl/medio-ambiente/la-industria-forestal-y-los-incendios-que-no-paran1/01/23/

 

[6] Para profundizar sobre el TPP y sus consecuencias: https://economiatodos.cl/2015/10/13/el-tpp-explicado-con-manzanitas/

 

[7] Para conocimiento del TiSA y sus efectos: https://www.derechosdigitales.org/10204/tisa-un-nuevo-mega-tratado-economico-que-sigue-el-modus-operandis-del-tpp/

 

[8] Sobre la Estructura del COSIPLAN y el IIRSA: http://www.iirsa.org/Page/Detail?menuItemId=45

 

[9] En relación a la Cartera de proyectos 2016 del COSIPLAN a través de la IIRSA: https://www.flipsnack.com/IIRSA/informe-de-la-cartera-de-proyectos-del-cosiplan-2016.html Página 126 y siguientes.

 

[10] Sobre la realidad de los salarios en Chile: http://www.fundacionsol.cl/estudios/los-bajos-salarios-chile/

 

[11] Sobre el modelo de AFP y las pensiones de miseria: http://www.fundacionsol.cl/estudios/pensiones-seguridad-social-gran-negocio/

 

[12] Para profundizar sobre la política energética de Chile: http://www.energia.gob.cl/sites/default/files/energia_2050_-_politica_energetica_de_chile.pdf

 

[13] Para conocimiento de la Hoja de Ruta o bases de la política energética en nuestro país: http://www.energia.gob.cl/sites/default/files/hoja_de_ruta_cc_e2050.pdf

 

[14] Para quien desee escarbar en el nuevo texto de la ley sobre transmisión eléctrica: http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1092695

 

[15] Sobre la Planificación Energética de Largo Plazo: http://www.energia.gob.cl/sites/default/files/plan_de_trabajo_pelp_6feb17.pdf 

 

[16] Sobre Chiloé como Polo de Desarrollo Energético: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/iy08lmws26/Se-inician-reclamaciones-ante-el-ministerio-de-energ%C3%ADa-para-evitar-que-Chilo%C3%A9-sea-declarado-Polo-de-Desarrollo-Energ%C3%A9tico

 

[17] Sobre el Programa Estratégico Meso-regional Salmón Sustentable Los Lagos, un acta de una sesión para su establecimiento: https://www.lemondediplomatique.cl/IMG/pdf/PROGRAMA_ESTRATEGICO_MESOREGIONAL.pdf

 

[18] En relación al desarrollo y futuro de la industria salmonera en nuestro territorio: http://www.elmostrador.cl/noticias/multimedia/2016/05/04/video-las-polemicas-declaraciones-de-hector-kol-hace-tres-anos-sobre-el-desastre-futuro-de-las-salmoneras/

 

[19] Sobre el Programa Salmón Sustentable en la Región de Aysén y la Patagonia chilena: http://www.agendaproductividad.cl/wp-content/uploads/sites/22/2014/10/Programa-Estrat%C3%A9gico-Mesoregional.-Salmonicultura-Sustentable.pdf

 

[20] Para iniciar el profundizar en torno a las razones del Puente sobre el Canal de Chacao: http://www.pulso.cl/opinion/debate-por-puente-sobre-canal-de-chacao/

 

[21] Sobre el mega proyecto portuario en Quellón: http://prensachiloe.cl/mop-aunicio-mega-proyecto-portuario-para-quellon/

 

[22] Sobre la realidad que viven las comunidades de la Cordillera de Piuchén y las acciones que toman para organizarse y resistir: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/j2phda1026/Comunidades-de-la-cordillera-de-Piuch%C3%A9-se-organizan-para-defender-el-agua-de-sus-turberas

 

[23] Sobre las turberas y su importancia para los ecosistemas: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-078X2008000400002

 

[24] En relación al Parque Eólico Chiloé en Playa Mar Brava: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/j05zvggt26/El-04-de-abril-se-juega-el-destino-de-Mar-Brava-en-el-Tribunal-Ambiental-de-Valdivia

 

[25] En relación al modelo neoliberal-extractivista:  http://www.mapuexpress.org/?p=334

 

[26] Plan de Desarrollo Comunal de Quellón: http://transparencia.muniquellon.cl/archivos/pladeco_6.pdf

 

[27] Cayumán Morales, Tatiana y Asenjo Bertín, Alexander; VIVENCIAS Y PERCEPCIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA LA MUJER EN MUJERES ENTRE 25 Y 65 AÑOS, COMUNA DE QUELLÓN, año 2009. Tesis de la Universidad Austral de Chile. Revisada en: http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/2010/fma816v/doc/fma816v.pdf

 

[28] Sobre la explotación sexual infantil y la trata de personas en Chiloé: http://www.elclarin.cl/web/noticias/cronica/14529-explotacion-sexual-infantil-en-chile-las-cifras-del-horror.html

 

[29] En relación al aumento de violencia, específicamente sexual, en Quellón, el año 2011: http://www.soychile.cl/Chiloe/Sociedad/2011/11/24/53716/Quellon-sufre-por-preocupante-aumento-de-delitos-sexuales.aspx

 

Por Lisette Soto Delgado

Investigadora del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH). 

 

* Artículo publicado originalmente por el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

 

* La autora es Socióloga por la UDEC y Magister en Hábitat Residencial por la U. de Chile. Por estos meses se encuentra en Ciudad de México cooperando con proyectos de investigación relacionados con hábitat y residencia.  

 

 

“Lo que está en crisis es mucho más que un modelo económico: es el modo mismo como habitamos, como estamos parados (as) en el mundo”, leyendo a Gabriel Schutz en Hacer Tierra, esta frase me queda dando vuelta. Y resuena tan fuerte como para abrir un tema que parece repetirse en los grupos de personas que se reúnen con una intención de cambio y de construcción política: cómo apropiarse del vivir. En este recorrido, una cuestión interesante y uno de los principales desafíos ocurren cuando se trata de armar mecanismos y estrategias de organización para defender territorios, visibilizar luchas y discursos, generar convocatorias capaces de resistir proyectos de grandes inversores y, en el mejor de los casos, levantar propuestas y alternativas a la realidad que los tensiona.

 

En este texto más que plantear una reflexión que permita una lectura para generalizar, quiero mostrarles un caso, que parece ser efectivo, de trabajo constante, que en los últimos años ha fortalecido el “orgullo barrial” y ha entregado a sus habitantes fuerza suficiente para disputar espacios, decidir sobre cómo se habita, y en definitiva, cómo se vive. La violencia del despojo y el desplazamiento forzado, la violación a los derechos individuales y colectivos obliga a la organización, a dar cara y hacerse parte de las transformaciones urbanas. Así como la creación de redes de trabajo, abren espacios que fortalecen los procesos para la producción de nuevas experiencias de trabajo común.

 

Chile y México unidos por la solidaridad

 

Una librería de nombre “Salvador Allende”, una de las pocas en donde se publicaban obras de Marx, Lenin y Mao a principio de los ´70 en ciudad de México, mostraba el fuerte vínculo entre ambos países. En aquellos años el triunfo socialista del sur de Latinoamérica se vivía como propio y, luego, a la llegada de la dictadura, hacía crecer fuertes redes de solidaridad... Hoy, las dictaduras en estricto rigor han acabado, más no el desplazamiento forzoso que siguen viviendo muchos en sus barrios, chilenos o mexicanos. En un ambiente ya no repleto de militares sino más bien de inmobiliarias, se vuelven a tejer historias comunes, esta vez en uno de los barrios del área central de la Ciudad de México: la Colonia Juárez. Sergio González – cuya familia fuera dueña de la librería “Salvador Allende”- , es hoy activista y uno de los vecinos que se proclama “Juaricua” con orgullo. Por medio de una conversación, nos relata los conflictos que han llevado a la organización de muchos vecinos y vecinas en los últimos años. En dicho recorrido, señala, han sido varios los y las chilenas que paradójicamente han llegado a conocer y apoyar a estos habitantes quienes con estrategia y creatividad se hacen escuchar.

 

Breve cronología de una resistencia vecinal

 

La Colonia Juárez posee construcciones de gran valor histórico, artístico y patrimonial. Su arquitectura tuvo su máximo esplendor a fines del siglo XIX y parte del siglo XX cuando la burguesía, artistas y políticos de la época, escogieron la zona como lugar para vivir. Posteriormente, el crecimiento urbano la convierte en una zona céntrica de la ciudad, lo que lleva a sus habitantes a buscar nuevas residencias, permitiendo que muchas de las casonas se reconvirtieran al comercio y luego, sumados a los daños producidos por el sismo del ´85, la zona se degradara, permitiendo a otro tipo de habitantes ingresar. Sin embargo, desde los años 2000 crece el interés por su gran potencial comercial, lo que le ha significado planes de densificación y desarrollo urbano que amenazan toda la vida construida previa a ser zona de interés. Y sus habitantes, hoy claramente invisibilizadxs pretenden ser reemplazadxs.

 

Activar la movilización

 

“Una de las claves de la organización ha sido pensar y ordenar el actuar de manera estratégica”, así lo asegura Sergio. Buscar salidas para que el enfado producido por un modelo urbano sea canalizado de manera colectiva, en un primer momento resistiendo proyectos de inversores pero luego dando paso a proyectos alternativos, desde su experiencia como vecino movilizado, necesita de ciertos elementos: 1) estar afectadxs: que el hábitat se vea afectado directamente por un conflicto (el lugar que se ha elegido para habitar y co-habitar),junto a la afectación que eso conlleva (emocional, corporal con unx mismx y con los demás); 2) escuchar dónde lleva el deseo: ser capaz de escuchar hacia donde lleva el conflicto, hacia donde te moviliza; 3) disposición a la acción común: buscar alternativas para la solución. En esta tríada de elementos, en el centro estarán los recursos (como las estrategias, la comunicación, la solidaridad) que llevan finalmente a la movilización.

 

Inicio de 2014.

 

Por primera vez, vecinos y vecinas habitantes de uno de los tantos edificios patrimoniales históricos de Colonia Juárez, Liverpool #9, se enfrentan a nuevos actores y situaciones que alteran sus rutinas. Al conocer el concepto de “gentrificación”, caen en la cuenta que son estos procesos los que lxs sitúan en un problema común: decidir dónde quieren vivir. Las tensiones que comienzan a experimentar en el edificio, producto de la intervención de una empresa inmobiliaria, les lleva a una pregunta que gatillará una serie de acciones para conocerse, para eliminar las diferencias (muchas veces domésticas), para buscar en sus historias familiares y generar intimidad suficiente para llevarlos a transitar un camino de resistencia común.

 

 

Sebastián Henríquez

Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)

Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales UDEC

 

* Ensayo contenido en el próximo número de la revista argentina Sudacas, sobre luchas territoriales del Cono Sur.

 

Raros y sumamente difíciles han sido los últimos meses en el Archipiélago de Chiloé, en el sur de Chile. En un territorio en que la magia y la mitología se confunden y entrelazan con la cultura y la naturaleza, la intervención humana se hace sumamente notoria en el mar, en el suelo. Es en ese contexto cargado de simbolismos y tradiciones donde la contradicción capital-trabajo empieza un nuevo ciclo, donde se reconvierte para impulsar con más energía una forzada vinculación con los centros del poder político y económico, trastornando nuestras vidas y en ello el cómo nos relacionamos con el medio natural que nos acoge.

 

Allí donde el sol nace, también muere, y el mar una vez más ha tocado nuestras puertas.

 

Chiloé: De la Economía doméstica familiar a la industrialización urbana en la dictadura.

 

El Archipiélago de Chiloé es un complejo territorial formado por una isla grande y varias islas pequeñas, ubicado en el sur de Chile. Originariamente zona de pueblos nómadas y recolectores (como los chonos), a lo largo de su historia ha experimentado sucesivos desplazamientos poblacionales, siendo especialmente relevante la llegada del pueblo mapuche-williche (aproximadamente en el siglo trece), lo que significó la migración forzosa de los pueblos recolectores hacia el sur. No obstante el enfrentamiento cultural, dicho encuentro tuvo también como resultado la retroalimentación colectiva de saberes entre dichos pueblos, integrando la economía prioritariamente marítima-recolectora de los chonos con la desarrollada agricultura de la papa o el maíz del pueblo williche.

 

Con la llegada de los conquistadores españoles, las y los chilotes pasaron a formar parte del entramado político y económico de La Corona, estructurando a pequeña escala las instituciones con que se obligó a los pueblos a servir de mano de obra para los nuevos grandes hacendados que se instalaron en el territorio a sangre y fuego, prevaleciendo de esa forma ante los pueblos indígenas, cuyos levantamientos significaron la muerte de gran parte de la población williche y su reducción a comunidades aisladas, sin posibilidad de disputa en términos de economía o producción, y por tanto sin margen para una disputa territorial o política. Además los conocimientos traídos desde el viejo continente contrastaron y disputaron los saberes ancestrales del pueblo williche, sintetizada dicha contradicción en la persecución y descrédito de las figuras religiosas y ceremoniales williche, especialmente la machi, y la consecuente sobrevaloración de la magia y los brujos (españolizados) en la nueva tradición doméstica local.

 

Dicho conflicto socio cultural tuvo su mayor expresión en la etapa posterior a la anexión del territorio insular a la naciente República chilena en 1826, proceso en el cual la nueva administración del país, sea por imposibilidad física-comunicacional o por priorización política-económica, descuidó las nuevas zonas anexadas, permitiendo una reconfiguración local del poder, mediante el alzamiento de una nueva estructura, la Recta Provincia, conformada por los autodenominados brujos, quienes de cierta forma ejercieron el control político de la región hasta su persecución, juicio y muerte por parte del Estado de Chile a fines del siglo diecinueve[1].

 

En el mismo período, los pueblos del Archipiélago lograron consolidar procesos productivos basados principalmente en la satisfacción de la demanda local y en el establecimiento de pequeñas industrias urbanas. De esta forma, al ser el consumo doméstico el eje central sobre el cual se articulaba la economía, las formas y los eventos con que se realizaba dicha actividad se construyeron a partir de una fuerte conciencia comunitaria y familiar, sintetizando dichas experiencias en la figura de la Minga, eventos sociales en que las y los pobladores se ayudaban mutuamente entre sí a producir sus tierras, recibiendo a cambio parte de la producción, además de la comida y el abrigo necesarios durante los días de faena.

 

Esta forma de vida permaneció con escasa intervención estatal hasta fines del siglo veinte, período en el cual, para revertir la crisis económica de principios de los años 80, los regentes de la Dictadura Militar impulsaron una serie de proyectos económicos con el objeto de cambiar la matriz productiva de distintas regiones del país, potenciando el mercantilismo a través de la producción y extracción de materias primas para su comercialización a gran escala a nivel internacional[2]. Dicho plan conllevó el establecimiento de varias industrias a lo largo del país, lo que en nuestro territorio tuvo como resultado el establecimiento, hasta hoy, de la industria acuícola salmonera, quienes so pretexto de estabilidad laboral y financiera, vincularon a los habitantes del territorio a sus faenas, condicionando una masiva migración del campo a la ciudad, una progresiva dependencia del dinero y un cambio del entorno rural y urbano con la irrupción a gran escala del comercio, el transporte de mercancías y el establecimiento de una pequeña y gran infraestructura productiva al servicio del nuevo eje económico local, manteniendo una urbanización acelerada y permitiendo la postergación de las zonas rurales, quienes se ven excluidos del acceso a salud, educación, agua y energía.

 

La Crisis de Mayo: Responsabilidades tras la Marea Roja.

 

La continua transformación del territorio, así como una indiscriminada explotación del mar, han hecho que el medio natural se resienta de gran manera ante dicho cambio, experimentando periódicas crisis, cada vez más graves, que, en nuestro caso, han tomado la forma de marea roja, siendo la del año pasado la más intensa y extensa, provocando la muerte de gran cantidad de especies marinas, hecho que no había sucedido anteriormente[3]. Este trastorno natural significó para los pueblos del Archipiélago la privación de su principal fuente de subsistencia y trabajo, lo que se sumó en los centros urbanos a la creciente cesantía de los trabajadores de la industria del salmón, afectada hacía semanas por un virus que causó la mortandad de miles de toneladas de producto.

 

Lento fue el descubrimiento de la magnitud de lo que pasaba, pero no así la reacción de las y los chilotes, quienes rápidamente optaron por movilizarse ante la nula respuesta de las autoridades y el silencio culpable de los empresarios salmoneros. Cortes de carretera, barricadas y fogatas interminables se sucedían pueblo tras pueblo, denunciando al calor del mate que la culpa no era de la naturaleza, sino del hombre y sus negocios. En asambleas improvisadas alrededor del fuego y con el temor constante de la represión del Estado, las y los pobladores fueron enhebrando los acontecimientos recientes con sus conocimientos de la tierra y el mar que viven y trabajan, constatando así el final de una historia que no acaba, la de la destrucción de nuestro Archipiélago y el sometimiento de nosotras y nosotros mismos con ello.

 

El Gobierno salió rápidamente a tapar los hoyos de una legislación y fiscalización deficiente, no escatimando recursos ni vergüenzas para culpar de la crisis a fenómenos naturales, al calentamiento global y a supuestas raras condiciones meteorológicas, sin esperar estudio alguno y con la presión constante de un pueblo que se moviliza con fuerza y decisión[4]. Sin embargo, la masividad y organización de las y los chilotes, en la isla y en el continente, así como el flujo rápido de información por redes sociales, permitieron que rápidamente se disputara aquel discurso, posicionando en el debate nacional los argumentos que muestran el deterioro sufrido por el mar a causa de la industria salmonera, quienes durante décadas han crecido sin fiscalización alguna, contaminando no sólo los bordes costeros, sino que el maritorio completo, posibilitando de esa forma nuevos fenómenos de marea roja, que, como se señaló, cada vez son más intensos y dañinos.

 

Esta crisis no fue superada sino por la propia falta de perspectiva de quienes conducían la movilización (principalmente pescadores), los que acusaron un evidente gremialismo al plantear sus demandas, lo que significó división y malgasto de energía con el resto de organizaciones sociales y de trabajadores, no pudiendo hacer frente al Estado en mantener una movilización masiva que pusiera en la mesa el verdadero conflicto, más allá de lo económico. Esto permitió a los operadores del Gobierno dilatar el conflicto, permear la opinión local y nacional, y negociar separadamente con los gremios y localidades, profundamente separados en cuanto a demandas y organización.

 

Quienes salieron airosos, una vez más, fueron los empresarios salmoneros, quienes no solo se han desligado de responsabilidades, incluso siendo fuertemente apuntados por el vertimiento de 9000 toneladas de salmones muertos semanas antes que estallara la crisis, sino que también han obtenido jugosas indemnizaciones y financiamiento para solventar las pérdidas que su propio descuidado manejo han causado a sus industrias y al medio ambiente, aunque a esto último seguramente no se le destinará ninguno de esos dineros[5].

 

No obstante, dichos sucesos también permitieron la vinculación y organización de amplios sectores de trabajadores y pobladores, quienes mantenían escasa participación hasta entonces. No se pone en duda, en ese sentido, que existen y existirán fuerzas que combatan de manera organizada los planes del empresariado nacional y transnacional, aunando los sentidos, las manos y nuestras voces en un gran vendaval que irrumpa mediática y políticamente en la vida local y nacional, planteando la posición de las y los postergados, chilotes de vidas sencillas y dignas que conviven y respetan la tierra y el mar en que viven y conviven.

 

El día después: Reconversión laboral y amenaza minero-forestal-energética.

 

Aún están por verse las verdaderas consecuencias de lo sucedido el año pasado. Mientras tanto, el capital no da tregua y prepara nuevos embates con los cuales subordinar nuestro territorio y su gente. Y lo hace con prisa, puesto que la sobre explotación del territorio chileno ha puesto en jaque a los empresarios, quienes han visto como su producción desmedida se les va de las manos, necesitando con urgencia una solución que de oxígeno a su economía y mantenga rentables los negocios, ampliando los mercados, las rutas y las zonas de sacrificio ambiental. El empresariado chileno en esto hará gala nuevamente de su miopía estratégica y forzará el crecimiento de la única manera que parece saber hacerlo: más fábricas, más extracción. Cero innovaciones o desarrollo tecnológico productivo, escasa investigación y mínimo aporte a nuevas formas de producir de manera sostenida y sustentable, de alguna forma más armónica (si es que se puede) con el entorno natural y los pueblos.

 

En el caso de Chiloé, esto traerá consigo una nueva fase en su devenir histórico, en la cual se avanza un paso más en la integración con la economía nacional e internacional, pasando a formar parte permanente de los flujos económicos en el continente, subordinando la producción local a la industria extractiva y precarizando aún más las condiciones laborales de las capas más pobres de las comunidades, especialmente de las zonas rurales, quienes ven como su economía de subsistencia se ve desplazada por la necesidad del dinero y el comercio para sobrevivir.

 

Dado este contexto, la construcción del puente sobre el Canal de Chacao aparece como la inversión estratégica más fuerte de las últimas décadas[6], no tan sólo por los millones que se gastarán, sino porque representa la anexión definitiva de nuestro territorio a los circuitos productivos nacionales e internacionales (según la IIRSA), permitiendo la extracción indiscriminada de recursos tanto del Archipiélago como de la Patagonia chilena, la cual se vinculará a través de mega puertos, con su centro en el mega puerto que se proyecta en Quellón, al sur de la Isla Grande de Chiloé.

 

Este plan de expansión de la economía chilena significará, en lo pronto, la instalación de industrias mineras y forestales a gran escala en nuestro territorio, las cuales hasta hoy mantienen un rol escaso o nulo en nuestra economía local, potenciando de esa forma la precarización laboral y el deterioro progresivo de las fuentes naturales de agua y recursos. Además, el plan contempla aumentar las fuentes de energía de manera significativa de aquí a unas décadas, lo cual representa otra amenaza latente para nuestro Archipiélago, especialmente por la instalación de megaproyectos de energía eólica, cuyas aerogeneradores de 150 a 180 metros de altura son instalados sobre las denominadas turberas ombrotróficas o “de altura”[7], grandes zonas de tierra donde se acumula y reserva el agua, afectando así los flujos de la misma, con consecuencias serias en cuanto a daño del medio natural y para el acceso de las comunidades aledañas. Todo esto como parte también de una planificación estatal sobre “polos de desarrollo energético” que es una forma sutil de llamar a las nuevas zonas de sacrificio que soportarán en sus territorios el crecimiento industrial y comercial[8].

 

Los rostros tras el papel: Desafíos en la re-construcción del y la chilote como proyecto histórico.

 

Los pueblos originarios lograron elaborar propuestas comunitarias que a partir de su experiencia sensible tuvieron expresión en variados ámbitos de la vida colectiva, sintetizando las distintas cosmovisiones en que el equilibrio entre el individuo, la comunidad y el medio natural era el punto de partida sobre el cual construyeron y experimentaron proyectos históricos de sociedades. Esta dinámica de vida, tantas veces iniciada y tantas otras interrumpida, se mantuvo en las localidades chilotas hasta bien entrado el siglo veinte. Hoy, la tecnología, el consumo y, sobre todo, la dependencia financiera y laboral nos han vinculado a un sistema económico y político al cual no optamos ni decidimos, y al cual la tierra y el mar se resienten.

 

Urge, por tanto, hallar en el camino de la organización y la conciencia, las respuestas que nos permitan re-encontrarnos con nosotras y nosotros mismos, con nuestras comunidades y nuestro territorio, buscando en el entendimiento colectivo aquellos saberes que nos fueron negados y construyendo otros propios que nos permitan desenvolvernos hacia el futuro. En ese andar, es la cooperación y la solidaridad entre los pueblos, entre las personas, lo que nos reconciliará con aquello que somos y con aquello a lo que pertenecemos.

 

La chilotidad, o cultura chilota, no es letra muerta, no es paisaje turístico ni plato de comida, es vivencia histórica, es sufrimiento de miles de chilotas y chilotes que hoy en día viven las contradicciones de un sistema impuesto e impropio, que ensucia nuestras comunidades y perturba nuestras mentes. Es y será importante re-conocernos en este momento histórico, afrontar con pensamiento crítico nuestra realidad y re-construir con doble esfuerzo nuestras familias y nuestras comunidades. Los territorios, las ciudades y los pueblos son expresión de lo que somos, de lo que consumimos y creamos. De nosotras y nosotros depende cultivar esa semilla, sembrar ese campo y recoger los frutos con que la vida nos recompensará aquella ardua tarea.

 

En el largo camino de este nuevo entendimiento, habrá dificultades, errores y fracasos, pero allí donde existe explotación, machismo y violencia, germinará con brío la semilla de la libertad, la dignidad y la consecuencia, con la frente en alto, remando con fuerza.

 

Notas/

 

[1] Para profundizar en este tema ver “Chiloé, Cultura de la Madera. Proceso a los brujos de Chiloé” de Mauricio Marino y Cipriano Osorio.

 

[2] Para profundizar en este tema ver “La Transformación Económica Chilena entre 1973-2003” en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-719.html

 

[3] Un artículo acabado que aborda la definición y problemática de la marea roja en Chiloé en el siguiente link: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/io8qob8t26/Otros-antecedentes-a-considerar-sobre-la-crisis-ambiental-en-el-mar-de-Chilo%C3%A9

 

[4] Para profundizar en el contexto de la problemática: http://radio.uchile.cl/2016/05/03/marea-roja-pescadores-exigen-soluciones-dignas-al-gobierno/

 

[5] Para introducirse en el abordaje de las responsabilidades gubernamentales del desastre ver: http://www.eldesconcierto.cl/2015/12/10/nueva-crisis-de-la-industria-del-salmon-y-la-responsabilidad-del-gobierno/

 

[6] La inversión estimada es de USD 740 millones y contempla la construcción de un puente que atraviesa el Canal de Chacao, a la altura aproximada de Punta San Gallán, donde el Canal presenta un ancho de alrededor de 2.5 km. Ahora bien, para profundizar en la imposición antidemocrática, saqueo extractivista y postergación histórica que hay tras este proyecto, ver el artículo de Eduardo Mondaca, investigador del CESCH, en el siguiente link: http://www.eldesconcierto.cl/2016/02/25/las-razones-del-no-al-puente-en-chiloe-imposicion-antidemocratica-saqueo-extractivista-y-postergacion-historica/

 

[7] Las turberas son humedales formados por la acumulación de turba y que poseen una vegetación formadora de turba (Martinez-Cortizas et al. 2009). En estas áreas se deposita materia orgánica en distintos grados de degradación anaeróbica. Estos depósitos se forman en depresiones de terrenos o sobre sustratos rocosos oligotróficos, donde se acumula agua o ésta fluye lentamente bajo un régimen pluvial (lluvias) permanente (Schlatter & Schlatter, 2004). Cumplen el rol de reservorios de agua dulce para Chiloé, ya que el Archipiélago no tiene un suministro de agua a partir de deshielos como en el continente.

 

[8] Actualmente se lleva a cabo el proceso de planificación energética del Ministerio de Energía, en el cual se definirán los nuevos “Polos de Desarrollo Energético”; territorios donde se brindarán todas las facilidades legales para la expansión energética. Si Chiloé se define como tal, se continuaría con la destrucción de turberas de altura, agravando la sequía hídrica en comunidades rurales y asegurando la oferta energética para faenas mineras de gran impacto. Es necesario señalar que la demanda energética del país está totalmente cubierta y que se exporta energía a otros países, por ello es evidente la utilización de los megaproyectos para lucro privado y no por una necesidad social (Centro de Estudios Sociales de Chiloé, 2017)

 

Bibliografía/

 

Castillo, G. (2016). Marea roja: Pescadores exigen “soluciones dignas” al Gobierno. En Radio Universidad de Chile: http://radio.uchile.cl/2016/05/03/marea-roja-pescadores-exigen-soluciones-dignas-al-gobierno/

 

Centro de Estudios Sociales de Chiloé / CESCH (2017). Se inician reclamaciones ante el ministerio de energía para evitar que Chiloé sea declarado Polo de Desarrollo Energético. En http://www.territoriocesch.com/noticias-2/iy08lmws26/Se-inician-reclamaciones-ante-el-ministerio-de-energ%C3%ADa-para-evitar-que-Chilo%C3%A9-sea-declarado-Polo-de-Desarrollo-Energ%C3%A9tico  

 

González, P. (2015). Nueva crisis de la industria del salmón y la responsabilidad del gobierno. En periódico el desconcierto: http://www.eldesconcierto.cl/2015/12/10/nueva-crisis-de-la-industria-del-salmon-y-la-responsabilidad-del-gobierno/

 

Guaquin, V., Cárcamo, P., Tapia, B., Pino, J. (2016). Otros antecedentes a considerar sobre la crisis ambiental en el mar de Chiloé. En Centro de Estudios Sociales de Chiloé: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/io8qob8t26/Otros-antecedentes-a-considerar-sobre-la-crisis-ambiental-en-el-mar-de-Chilo%C3%A9

 

Marino, M., Osorio, C. (1979). Chiloé, Cultura de la Madera: Proceso a los brujos de Chiloé. Castro: Imprenta Cóndor.

 

Martínez Cortizas, A., Pontevedra Pombal, X., Novoa Muñoz, J. C., Rodríguez Fernández, R. & J. A. López-Sáez. (2009). Turberas ácidas de esfagnos. En: VV.AA., Bases ecológicas preliminares para la conservación de los tipos de hábitat de interés comunitario en España. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.

 

Mondaca, E. (2016). Las razones del no al puente en Chiloé: Imposición antidemocrática, saqueo extractivista y postergación histórica. En periódico el desconcierto: http://www.eldesconcierto.cl/2016/02/25/las-razones-del-no-al-puente-en-chiloe-imposicion-antidemocratica-saqueo-extractivista-y-postergacion-historica/

 

Schlatter, R. & J. Schlatter. (2004). Los turbales de Chile. En: Blanco, D & V. de la Balze (Ed.). Los Turbales de la Patagonia: Bases para su inventario y la conservación de su biodiversidad. Buenos Aires: Wetlands International.

Sebastián Henríquez

Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)

 

A estas alturas parece más que evidente que las condiciones medio ambientales del mar y el territorio en que vivimos no son las mismas que hace 5, 10 o 15 años. Lo sentimos, lo respiramos, hemos visto cómo han cambiado los paisajes, como las montañas y montes ya no son las mismas que añoramos cuando niñas y niños. Tampoco el agua sabe igual y a veces no encontramos donde bañarnos. Ya no es un cuento de abuelas y abuelos ni un recuerdo añejo de quienes nos criaron.

 

Somos nosotras y nosotros, recordando, viviendo, y sintiendo dolorosamente todo este cambio.

Llama la atención que a diferencia de otros años, lo acontecido tanto el año anterior, con la marea roja, como este, con los incendios forestales, sean sucesos de una gravedad no vista hace mucho, o derechamente nunca antes vista. Más curioso aún es que hay varios elementos coincidentes entre ambos fenómenos socio-ambientales, los que si bien hace tiempo existen en nuestras localidades (destrucción industrial, disminución de las fuentes de agua, precarización de las medidas de seguridad y protección de faenas y viviendas, entre muchas otras), hasta ahora no habían generado estas sensaciones de destrucción y caos tan urgente para nuestras familias y los territorios en que vivimos.

 

La crisis de la marea roja fue ejemplar. Ejemplar en el sentido de que manifestó de manera concreta un peligro al cual no nos habíamos visto enfrentados directamente: el mar (o la tierra) se acaban, mueren y dejan, los organismos vivos que los componen o moran en ellos, de existir. ¿Qué tiene que ver esto con los incendios forestales?, dirán. Mucho, puesto que lo que desencadenó estos sucesos fue la intervención humana y, con mayor protagonismo, la pequeña y gran industria.  Y no hablo de una acción delictual específica (que puede que la haya habido, como el vertimiento de toneladas de mortandad de salmones), o de un arduo plan económico conspirativo (que también pueda que exista, como los cobros de seguros y la posterior ayuda financiera estatal), si no que me refiero a que existe hace años en nuestro país, y en el mundo entero, un proceso y sistema complejo, profundo y extenso de explotación mar-territorial que está desbordando los márgenes de lo aceptable y que, una vez más, amenaza con la seguridad de las comunidades y la de las y los sujetos que en ellas vivimos.

 

Esta intervención francamente desmedida e irresponsable, que cuenta desde sus inicios con el beneplácito y financiamiento del Estado (gracias de nuevo, Dictadura Militar), no sólo se aprovecha de las jugosas subvenciones para iniciar e innovar en sus negocios, sino que basa especialmente su producción en fundamentos terriblemente nocivos para el mar y la tierra, descuidando conscientemente tanto los procesos de prevención y reparación, así como la necesidad imperiosa de conservar las fuentes de recursos, que malamente poseen en sus manos.

 

En el caso de las empresas salmoneras, y ahora igual en el de las empresas forestales, esta situación está llegando a los extremos. Y pese a ello, ha sido común constatar la inexistencia de protocolos y recursos adecuados para afrontar situaciones de emergencia. Es más, tampoco asumen si quiera un poco de responsabilidad y a las primeras aprovechan de encubrirse apuntando con el dedo.

 

El Estado, como siempre, ha debido salir al baile a reconciliar, a hacerse cargo, para bien o para mal, de los conflictos entre quienes posicionan sus intereses y entre quienes claman por ayuda, siendo las grandes mayorías las y los últimos, víctimas por partida múltiple, de un cocinado que les precariza, les condice y les posiciona siempre en la posición menos ventajosa de todas, la del hambre, la del miedo y la de la incertidumbre por las y los nuestros.

 

En ese contexto, el calentamiento global parece ser a estas alturas un hecho cierto, válido para acusar como para justificar. Pero está tan manoseado que pasa a ser irrelevante el cómo nosotras y nosotros, las comunidades, lo entendemos. Y justamente lo especialmente crítico en todo esto no es que exista o no sino que por qué hemos llegado hasta este punto. Por qué escasea el agua cada vez más en los veranos o por qué se suceden las grandes tormentas en invierno, por ejemplo. Por qué la marea roja mató especies marinas cuando nunca antes lo había hecho o por qué los incendios son tan extensos e intensos y difíciles de controlar y apagar.

 

No es una excusa válida, por tanto, para que quienes son los mayores culpables puedan desconocer su responsabilidad sobre lo que han hecho, sobre lo que han ganado y sobre lo que han estado dispuestos a perder a costa de nuestros hombros y nuestros hogares. No es de extrañar que ante tal escenario existan quienes, por trastornos o maldad, se aprovechen de en estos momentos mostrar lo más despreciable de sus comportamientos, incluso prendiendo fuego, obstaculizando la ayuda o mandando noticias falsas y correos.

 

Será importante tarea entonces de quienes creemos que puede existir otro modo de vivir para nuestros pueblos, el aportar de manera crítica y consciente a lo que está sucediendo, con nuestras manos, con nuestro entendimiento.

 

Que no pase de nuevo que las y los responsables no paguen ni un día o ni un peso.

 

¡A trabajar, a solidarizar, que se sepa la culpa es del ladrón forestal!

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